VATICANO, 30 Ago. 17.- El Papa Francisco, en su catequesis de la Audiencia General de este miércoles en el Vaticano, señaló que para convertirse en predicador de Jesús es más efectivo transmitir con la mirada la alegría de la fe, que dominar “las herramientas de la retórica “.
“Uno se convierte en predicador de Jesús, no afinando las herramientas de la retórica, sino custodiando en los ojos el brillo de la verdadera felicidad. Muchos cristianos, muchos de nosotros, vemos que con los ojos se transmite la alegría de la fe”, afirmó.
El Santo Padre explicó que para descubrir su vocación, el cristiano debe pensar en su primer encuentro con Jesús, ya que toda vocación, ya sea al matrimonio, a la vida consagrada o al sacerdocio “comienza con un encuentro con Jesús que nos da una alegría y una esperanza nueva”.
Esa primera alegría, “nos conduce, también por medio de pruebas y dificultades, a un encuentro siempre lleno de Él y de la plenitud de la alegría”.
El Santo Padre puso como ejemplo la experiencia de Juan y Andrés, los primeros discípulos de Jesús, que recordaron durante toda su vida la inmensa alegría que en ellos provocó su encuentro con el Señor a orillas del Jordán, mientras escuchaban la predicación de Juan Bautista.
La memoria de aquel primer encuentro permaneció tan viva en su memoria que el evangelista Juan, que cuando escribió el Evangelio era ya un hombre anciano, recordaba incluso la hora del momento en que conoció a Jesús: “Eran cerca de las cuatro de la tarde”.
“El evangelista narra este episodio como un nítido recuerdo de juventud que permanecía intacto en su memoria de anciano”.
Francisco destacó cómo aquel primer encuentro, a orillas del Jordán donde Juan bautista bautizaba, generó una “chispa” en el corazón de Juan y Andrés, quienes dejaron al Bautista y comenzaron a seguir a Jesús. “Él se giró hacia ellos y les planteó la pregunta decisiva: ‘¿Qué buscáis?’”.
De esta manera, con esta sencilla pregunta, Jesús aparece “como un experto del corazón humano. En aquel momento había encontrado a dos jóvenes en búsqueda, sanamente inquietos. En efecto, ¿qué juventud es una juventud satisfecha, sin una pregunta de sentido? Los jóvenes que no buscan nada no son jóvenes, son jubilados, son jóvenes envejecidos antes de tiempo. ¡Qué triste ver a jóvenes jubilados!”.
“Jesús, a través de todo el Evangelio, en todos los encuentros que se producen a lo largo del camino, aparece como un ‘incendiario’ del corazón. De ahí aquella pregunta que hace emerger el deseo de vida y de felicidad que cada joven lleva dentro: ‘¿Qué buscáis?’”.
El encuentro de Juan y Andrés con Jesús fue tan intenso que rápidamente se convierten en misioneros. “Cuando finaliza el encuentro no regresan a casa tranquilos. Es así como sus respectivos hermanos, Simón y Santiago, se involucran en las secuelas de aquel encuentro y comienzan también a seguirle”.
“Juan y Andrés fueron donde sus hermanos y les dijeron que habían encontrado al Mesías. Dan la noticia. Son misioneros de aquel encuentro. Fue un encuentro tan intenso, tan feliz que los discípulos recordarán para siempre aquel día que iluminó y orientó su juventud”.
Francisco animó a meditar sobre el fragmento del Evangelio en el que narra la vocación de esos primeros discípulos de Jesús. Subrayó la principal enseñanza que se desprende de ella: “El Señor no quiere hombres y mujeres que caminen tras Él miserablemente, sin tener en el corazón el viento de la alegría. Jesús quiere personas que hayan experimentado que estar con Él otorga una felicidad inmensa que se puede renovar cada día de la vida”.
“Un discípulo del Reino del Dios que no sea alegre no evangeliza este mundo. Es un triste”. Por ello advirtió contra los decepcionados e infelices: “¡No nos dejemos arrastrar por personas decepcionadas e infelices!”
“No escuchemos a quien recomienda, cínicamente, no cultivar la esperanza en la vida. No confiemos en quien apaga el nacimiento de todo entusiasmo diciendo que ninguna empresa vale el sacrificio de toda una vida. No escuchemos a los viejos de corazón que sofocan la euforia juvenil”.
“Por el contrario, cultivemos la sana utopía. Dios quiere que seamos capaces de soñar como Él y con Él, mientras caminamos pendientes de la realidad. Soñar un mundo diferente. Y si un sueño se apaga, volved a soñarlo de nuevo, volviendo con esperanza a la memoria de los orígenes”.
El Papa Francisco finalizó su catequesis indicando la dinámica fundamental de la vida cristiana: “acordarse de Jesús, del fuego del amor en el cual un día hemos concebido nuestra vida como un proyecto de bien, y reavivar con esa llama nuestra esperanza”.
Fuente: aciprensa.com