Papa Francisco en Bahrein: El extremismo es un peligro que corroe la verdadera religión

El Papa Francisco habla ante el Consejo Musulmán de Ancianos. Crédito: ACI Group

POR ALMUDENA MARTÍNEZ-BORDIÚ | ACI Prensa

En la tarde de su segundo día en Bahrein, el Papa Francisco mantuvo un encuentro con los miembros del Consejo Musulmán de Ancianos, a quienes dijo que “estamos llamados a recordar, con la sabiduría de los ancianos y de los padres, que Dios y el prójimo son lo primero y más importante”.

En su discurso desde la mezquita del “Sakhir Royal Palace”, que dio tras tener un encuentro privado con Gran Imán de Al-Azhar, el Papa Francisco destacó el papel de los miembros del Consejo como promotores de “la reconciliación para evitar divisiones y conflictos en las comunidades musulmanas”.

Asimismo, recordó que los presentes “ven en el extremismo un peligro que corroe la verdadera religión” y se comprometen “en disipar interpretaciones erradas que a través de la violencia tergiversan, instrumentalizan y dañan un credo religioso”. 

“Dios es fuente de paz. Que nos conceda ser, en cualquier lugar, canales de su paz”, dijo el Papa Francisco. 

“Ante ustedes quisiera reiterar -continuó el Pontífice-, que el Dios de la paz nunca conduce a la guerra, nunca incita al odio, nunca respalda la violencia”. 

“Y nosotros, que creemos en Él, estamos llamados a promover la paz a través de instrumentos de paz, como el encuentro, las tratativas pacientes y el diálogo, que es el oxígeno de la convivencia común”. 

Cultura de paz basada en la justicia

En este sentido, explicó que la cultura de paz debe estar basada en la justicia y aseguró que “este es el camino, más aún, el único camino, en cuanto la paz”. 

“La paz no puede ser sólo proclamada, se debe consolidar. Y esto es posible removiendo las desigualdades y las discriminaciones, que producen inestabilidad y hostilidad”, defendió el Papa. 

Asimismo, dijo que “cada vez tenemos más necesidad de encontrarnos, de conocernos y de preocuparnos por los demás, de poner la realidad antes que las ideas y a las personas antes que las opiniones, la apertura al cielo antes que las distancias de la tierra, un futuro de fraternidad antes que un pasado de hostilidad, superando los prejuicios y las incomprensiones de la historia en nombre de Aquel que es la Fuente de la Paz”.

Más tarde, invitó a los presentes a “hacernos cargo de todos aquellos que el designio divino ha puesto a nuestro lado en este mundo”. 

“Son tareas que nos incumben a nosotros, los guías religiosos. Ante una humanidad cada vez más herida y desgarrada que, bajo el vestido de la globalización, respira con dificultad y miedo, las grandes religiones están llamadas a ser el corazón que une los miembros del cuerpo, el alma que da esperanza y vida a las más altas aspiraciones”, aseguró el Papa.

El mal viene del alejamiento de Dios

A continuación, el Santo Padre explicó que el mal del mundo proviene “del alejamiento de Dios y del prójimo”. 

Frente a esto, “nosotros tenemos una tarea única e imprescindible, la de ayudar a reencontrar estas fuentes de vida olvidadas, de volver a llevar a la humanidad a beber de esta sabiduría antigua, de volver a acercar a los fieles a la adoración del Dios del cielo y también acercarlos a los hombres, para quienes Él hizo la tierra”.

Para hacerlo, el Papa Francisco propuso dos cosas: la oración y la fraternidad. “Estas son nuestras armas, humildes y eficaces. No nos debemos dejar tentar por otros instrumentos, por atajos indignos del Altísimo, cuyo nombre de Paz es insultado por quienes creen en las razones de la fuerza y alimentan la violencia, la guerra y el mercado de armas”.

“Delante de estos escenarios trágicos, mientras el mundo sigue las quimeras de la fuerza, del poder y del dinero, nosotros estamos llamados a recordar, con la sabiduría de los ancianos y de los padres, que Dios y el prójimo son lo primero y más importante, que sólo la trascendencia y la fraternidad nos salvan”, defendió. 

Además, aseguró que “depende de nosotros dar testimonio, más con los hechos que con las palabras, de que creemos en ello. Tenemos una gran responsabilidad ante Dios y los hombres”.

“Seremos bendecidos por el Altísimo y por las criaturas más pequeñas y débiles que Él prefiere: por los pobres, los niños y los jóvenes, quienes después de tantas noches oscuras, esperan el surgir de un amanecer de luz y de paz”, concluyó.

Fuente: aciprensa.com