Este jueves, durante la Misa en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco reflexionó sobre la gratuidad de la salvación que ofrece Dios y advirtió del peligro de “creernos redentores de nosotros mismos”.
Frente a esa pretensión, el Pontífice recordó que la salvación “es un don gratuito del Señor”. Para explicarlo, Francisco recurrió a la imagen del desierto: “El Señor hace que florezca el desierto”.
El Papa empleó esta expresión para referirse a cómo Dios se presenta a dos mujeres estériles y les concede el don de la maternidad. En la primera lectura del día, del libro de los Jueces, se narra que “el ángel de Yaveh” se apareció a la mujer del israelita Manóaj, que era estéril, y le anuncia que “vas a concebir y a dar a luz un hijo” que “comenzará a salvar a Israel de la mano de los filisteos”. El hijo fue Sansón.
En el Evangelio de San Lucas se narra cómo “el ángel del Señor” se presenta a Zacarías, marido de Isabel, prima de María, que no había tenido hijos, y le anunció: “Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo a quien pondrás por nombre Juan”.
“La esterilidad es un desierto”, señaló el Papa, y, sin embargo, “aquellas dos mujeres concibieron y dieron a luz. ‘Padre, ¿esto es un milagro?’. ¡No! –aseveró el Papa–, es más que un milagro: es la base, es el mismo fundamento de nuestra fe”.
Ambas mujeres, la madre de Sansón y la madre de Juan, “concibieron porque Dios es capaz de cambiarlo todo, incluso la ley de la naturaleza. Es capaz de abrir camino a su Palabra. Los dones de Dios son gratuidad. Y la vida de estas dos mujeres es la expresión de la gratuidad de Dios”.
El Papa describió a Sansón y a Juan el Bautista como “símbolos de la gratuidad de nuestra salvación, porque nadie puede salvarse a sí mismo, el único que salva es el Señor”.
“Si tú no te fías de la gratuidad de la salvación del Señor, no te salvarás”, advirtió el Santo Padre. “¿Soy consciente de que el pecado es no custodiar la gratuidad? Y cuando voy a confesarme, ¿qué hago? ¿Digo los pecados como un loro, o los digo porque siento he recibido el don de la gratuidad para tener algo mío?”.
“Custodiar la gratuidad y pensar en Sansón: elegido, bueno, que hacia el final de su vida tuvo un desliz, luego se recuperó. Pero nosotros podemos, podemos resbalar y creernos redentores de nosotros mismos. El pecado es este. El pecado es el deseo de redimirnos a nosotros mismos”, advirtió.
El Papa Francisco finalizó su homilía invitando a que “en estos días antes de la Navidad, demos gracias al Señor por la gratuidad de la salvación, por la gratuidad de la vida, por todo aquello que nos da gratis. Todo es gracia”.
A continuación, el Evangelio comentado por el Papa Francisco:
Lucas 1:5-25
5 Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote, llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una mujer descendiente de Aarón, que se llamaba Isabel;
6 los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin tacha en todos los mandamientos y preceptos del Señor.
7 No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos de avanzada edad.
8 Sucedió que, mientras oficiaba delante de Dios, en el turno de su grupo,
9 le tocó en suerte, según el uso del servicio sacerdotal, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso.
10 Toda la multitud del pueblo estaba fuera en oración, a la hora del incienso.
11 Se le apareció el Angel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso.
12 Al verle Zacarías, se turbó, y el temor se apoderó de él.
13 El ángel le dijo: «No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Juan;
14 será para ti gozo y alegría, y muchos se gozarán en su nacimiento,
15 porque será grande ante el Señor; no beberá vino ni licor; estará lleno de Espíritu Santo ya desde el seno de su madre,
16 y a muchos de los hijos de Israel, les convertirá al Señor su Dios,
17 e irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y a los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.»
18 Zacarías dijo al ángel: «¿En qué lo conoceré? Porque yo soy viejo y mi mujer avanzada en edad.»
19 El ángel le respondió: «Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena nueva.
20 Mira, te vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, porque no diste crédito a mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo.»
21 El pueblo estaba esperando a Zacarías y se extrañaban de su demora en el Santuario.
22 Cuando salió, no podía hablarles, y comprendieron que había tenido una visión en el Santuario; les hablabla por señas, y permaneció mudo.
23 Y sucedió que cuando se cumplieron los días de su servicio, se fue a su casa.
24 Días después, concibió su mujer Isabel; y se mantuvo oculta durante cinco meses
25 diciendo: «Esto es lo que ha hecho por mí el Señor en los días en que se dignó quitar mi oprobio entre los hombres.»
Fuente: aciprensa.com