POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa
Papa Francisco bendice a una religiosa. Crédito: Vatican Media
El Papa Francisco advirtió sobre el peligro del “espíritu de la derrota, espíritu del pesimismo” en la vida consagrada y pidió cuidar la vida de oración, evitar el individualismo y fomentar los estudios teológicos.
Así lo dijo el Santo Padre este 7 de noviembre al recibir a la comunidad del Instituto de Teología de la Vida Consagrada “Claretianum” con ocasión del 50 aniversario de fundación.
“Hoy, la vida consagrada no puede dejarse desanimar por la falta de vocaciones o por el envejecimiento. Esto sería una tentación, un desánimo: ‘Pero ¿qué vamos a hacer?’. Este es el desafío. Los que se dejan atrapar por el pesimismo dejan de lado la fe. Es el Señor de la historia quien nos sostiene y nos invita a la fidelidad y a la fecundidad. Cuida de su ‘resto’, mira con misericordia y bondad su obra, y sigue enviando su Espíritu Santo”, afirmó el Papa.
En esta línea, el Papa Francisco destacó la importancia de la Palabra de Dios en la vida para poder vivir “el futuro con esperanza” y añadió que “la vida religiosa solo puede entenderse por lo que el Espíritu hace en cada una de las personas llamadas”.
“Hay quienes se centran demasiado en el exterior (estructuras, actividades…) y pierden de vista la superabundancia de gracia que hay en las personas y en las comunidades. Por lo tanto, aléjense del espíritu de derrota, del espíritu de pesimismo: esto no es cristiano. El Señor no dejará de estar cerca del pueblo, lo hará de una u otra manera, pero lo importante es Él”, dijo el Papa.
Además, el Santo Padre subrayó que “la vida consagrada no puede faltar en la Iglesia y en el mundo” y recordó que San Antonio María Claret repetía la frase de Santa Teresa -que San Juan Pablo II también citó en una exhortación apostólica- “¿Qué sería del mundo si no fuera por los religiosos?”.
Por ello, el Papa agradeció por la ayuda que este Instituto de Teología ha brindado en el ámbito de la formación de la vida religiosa “según el espíritu y la misión de San Antonio María Claret, que tanto hizo por apoyar y promover la vida consagrada en sus diversas formas”.
“Han suscitado en la Iglesia el deseo de estar cerca de las comunidades de vida consagrada y de ayudarlas. La contribución de los Misioneros Claretianos a las familias religiosas, mediante el acompañamiento espiritual, la iluminación doctrinal y, sobre todo, el asesoramiento jurídico, es conocida en todo el mundo. Prueba de ello son sus publicaciones y revistas, algunas de las cuales tienen más de cien años”, reconoció el Santo Padre.
En este sentido, el Papa Francisco recordó su primera experiencia como Obispo en el Sínodo de 1994 porque influyeron en forma “positiva, siempre abierta, quitando miedos que no tenían fundamento”.
Asimismo, el Santo Padre invitó a los consagrados a “subrayar el valor de la fidelidad en el seguimiento de Jesús según el espíritu de los Fundadores, a prestar atención a la vida comunitaria” porque “en una época en la que el individualismo está tan extendido, ¡estén atentos a la vida comunitaria!”.
“Los exhorto a vivir la interculturalidad como camino de fraternidad y de misión, y a promover el encuentro entre las distintas generaciones en la vida consagrada, en la Iglesia y en la sociedad”, dijo.
No abandonar a los ancianos
De este modo, el Papa remarcó que los jóvenes deben estar con los ancianos para conversar y aprender de ellos y pidió “por favor, no dejen que los viejos mueran sin soñar: es parte de una misión. Los jóvenes lo harán. Dejen que los jóvenes atiendan a las personas mayores y que los mayores atiendan a los jóvenes”.
Por ello, el Santo Padre lamentó que “en un momento dado, después del Concilio, hubo una mentalidad de reestructurar las cosas: algunas congregaciones trasladaron a los ancianos a un hogar para ancianos. ¡Por favor, esto es criminal!” y añadió que “ciertos religiosos -pienso en un caso concreto- ancianos religiosos, que trabajaban bien, después de dos meses en la residencia de ancianos se fueron al otro mundo. ¡Por nostalgia, por tristeza! Los ancianos deben morir soñando, y los que hacen soñar a los ancianos son los jóvenes, que deben ocupar el lugar de los ancianos. No olviden esto”.
Por último, el Papa Francisco recordó “San Juan Pablo II ya advirtió del peligro que supone para la vida consagrada la disminución de la consideración del estudio” porque “descuidar la teología, la reflexión, el estudio, las ciencias, empobrece el apostolado y fomenta la superficialidad y la frivolidad en la misión”.
“Los problemas de la actualidad exigen nuevos análisis y nuevas síntesis. Sus institutos, ustedes profesores, ustedes estudiantes, tienen una gran tarea por delante”, concluyó el Papa quien invocó la intercesión de la Virgen María, del Espíritu Santo para que los asista siempre en el servicio que realizan.
Fuente: aciprensa.com