Señor en el cielo tienes un cortejo de vírgenes que, dejaron huella seducidas por tu único amor que nunca falla; militaron en el ejército blanquiazul de la Inmaculada Concepción y fueron testigos de la fe:
Las hay niñas, jóvenes, mártires que derramaron su sangre en aras de ese amor grande, y <<mártires incruentas>> por el que ejercicio expiatorio de una vida de penitencia, obediencia y anonimato… y están las almas sencillas, humildes que sacrificaron sus días y sus noches ardiendo en la llama del amor puro. Almas que ni, los halagos, ni los sufrimientos de todo género, conseguían apartarlas del amor fascinante de Dios.
Ellas son los frutos de aquella semilla que, su Madre Fundadora Santa Beatriz de Silva, cual grano de trigo enterrado en el surco, en silencio y fe viva, hizo germinar con la fundación de la Orden Concepcionista que desde el cielo cuida y ve esparcida por el mundo entero.
Te pedimos amigo nuestro Jesucristo que a las jóvenes de hoy, con el claro testimonio de estas vírgenes, quieran pertenecer a tus filas, consagrándose a ti en el estilo de vida Contemplativa para la salvación de toda la humanidad. Amén.
R.- Santa Madre Beatriz de Silva.
V.- Ruega por nosotros y traínos vocaciones.