Hoy quiero poner mis ojos en ti Madre mía, gracias por tu maternal protección, por nunca dejarme solo. Por mostrarme diariamente con tu testimonio el camino que debo de recorrer. La importancia del silencio para poder escuchar la voz de Dios, La humildad para aceptar con prontitud el plan de Dios. La sencillez de a pesar de ser la Madre del hijo de Dios, siempre permaneciste en el silencio, nunca buscaste figurar, trabajando calladamente, cumpliendo la encomienda con fe y esperanza. Tu gran sensibilidad para detectar las necesidades de los demás, tu servicialidad generosa y desinteresada. Intercede por mi, alcánzame la gracia de vivir mi vida con la misma alegría y disponibilidad que tu viviste, siempre atento a la escucha y obediente del buen Dios. Sencillo y servicial, que sepa agradecer y saber llevar las dificultades con paz y esperanza, que sepa comprender y esperar los tiempos de Dios. ¡Madre de la esperanza intercede hoy por mi y por todas aquellas personas que me has encomendado! Amén, (Pbro. Tavo).
