Señor, al iniciar este día elevo mis ojos hacia ti para darte gracias por todos los dones que diariamente me regalas, gracias por la vida, por la salud, por mi familia, por mis amigos, por el trabajo, gracias por tantas bendiciones que generosamente me das. Hoy quisiera poner en tus manos todas mis preocupaciones y trabajos, mis alegrías y aquello que me roba la paz, pues sé que contigo el yugo se suaviza y la carga se hace ligera. Te pido que me envíes sobre mi el fuego del Espíritu Santo, para que renueve mi espíritu, me de sabiduría y prudencia, para que ponga en mi boca las palabras que en cada momento debo de decir. Te pido Señor por todos aquellos hermanos que hoy pasan momentos difíciles, los atribulados, los enfermos, los que aun conociéndote se han alejado de ti, por los que no te conocen, por los damnificados, por mi para que a lo largo del día me mantenga cerca de ti, para que mis actividades diarias sean de tu agrado y contribuyan a hacer de este mundo un lugar de paz y armonía. ¡Gracias Señor por este día! Amén, (Pbro. Tavo).
