Señor al iniciar este día me detengo para conversar contigo, para agradecerte está nueva oportunidad, para ofrecerte mis actividades cotidianas y pedirte me des un corazón como el tuyo, que sepa amar y perdonar, que sepa servir, que se conmueve ante las necesidades de los demás. Hoy Señor, como todos los días, sales a sembrar tu semilla en nuestros corazones, dame la gracia de estar preparado, de tener la tierra suelta, preparada para recibir la semilla y dar frutos. Limpia mi corazón de todo tipo de espinos o cardos que puedan impedir que la buena semilla de frutos, quita de mi corazón cualquier rasgo de orgullo o soberbia que impidan que tu amor dé frutos en abundancia. Aquí estoy Señor, pongo en tus manos está nueva misión que me has encomendado, dame la gracia de siempre saberme guiar por el Espíritu Santo, caridad y bondad en el trato, disponibilidad absoluta, que todo cuanto haga sea para gloria tuya, Amén. (Pbro. Tavo).