Gracias Señor por este día, por haberme permitido despertar. Señor cuánta falta haces en este mundo, cuanta indiferencia, cuanta maldad. El mundo se ha llenado de egoísmo, de vanidad, de soberbia. Cuántas incoherencias y todo porque te hemos ido dejando fuera de nuestras vidas, de nuestras familias, de nuestra sociedad. Se gasta el tiempo y el dinero en tontería y media , pero cuando se tratan de cosas tuyas Señor, tristemente es diferente, hay tiempo para todo, menos para ti. Ven Señor, regresa a mí vida, a nuestras familias, a nuestra sociedad, transforma nuestro corazón, ayúdanos a comprender que la verdadera felicidad está en ti, y que hay mayor alegría en dar que en recibir. Ven Señor, enséñanos a ser más hermanos, a vivir honestamente y buscar siempre el bien común, el bien de todos. Que entendamos que el mal genera mal y solo lo venceremos haciendo el bien y eso nos corresponde a todos. Es fácil señalar, echar culpas, pero no es tan fácil reconocer, por eso te pido nos ayudes a ser humildes, sencillos, generosos, que sepamos abrir el corazón a tu gracia, abrir de par en par las puertas del corazón para que entres tu Señor y renueves con la fuerza de tu amor nuestra vida, nuestras familias, nuestra sociedad. Que sepamos darte la primacía en nuestras vidas, buscarte en el Sagrario, alimentarnos con tu palabra, nutrirnos con la Eucaristía, llenarnos de ti y podernos vaciar de nosotros mismos. Hoy es el día, ¡Señor, ¿A quién iremos? Solo tú tienes palabras de vida, nosotros hemos creído que tú eres el hijo de Dios! Amén. (Pbro. Tavo)