El P. Gilberto Sánchez terminó su misión entre nosotros.
Podemos imaginárnoslo escuchando de Dios: “Siervo bueno y fiel… entra a la casa de tu Señor”.
Nuestro dolor y nuestra tristeza son muy grandes, pero estoy seguro que aún son mayores nuestra fe y nuestra esperanza.
Como Presbiterio vivamos profundamente estos momentos de la partida de un hermano, para mí un hijo, dando gracias a Dios por este gran sacerdote que nos dió, pidiéndole que nos conceda ante Él los dones que más requerimos.
Nos unimos a su familia, que sufre y espera con nosotros.
Nos unimos a los fieles de la Parroquia de Nuestra Señora del un Perpetuo Socorro en Múzquiz, que tanto lo aman y trabajaron intensamente con él.
Nos unimos a los fieles de las demás comunidades donde ejerció su ministerio, lugares en que dejó grandes amistades y obras que hablan por él.
Nos unimos como Diócesis que vive y anuncia a Jesucristo muerto y resucitado.