Los libros que cambiaron el mundo

Los libros que cambiaron el mundo

Muchos libros pasaron por mi niñez, de la mano de mi madre, que aunque ella no tuvo oportunidad de cursar muchos años de escuela, me contagió de su amor por la lectura, heredándome en vida una torrencial lluvia de libros, de autores como Og Mandino, Ana María Rabate, Emma Godoy, Juan Salvador Gaviota de Richard Bach, historia de la salvación, libros no infantiles ciertamente, que yo trataba de entrañar.

El primer clásico que leí fue la Divina Comedia de Dante Aligheri, volúmen de 900 páginas, que un primo profesor me regaló, cuando yo tenía 11 años, y que tardé 12 años en terminar. Pero que me transportó a dimensiones increíbles atravesando el infierno, el purgatorio hasta llegar al cielo, acompañado de Virgilio, el guía de la obra.

Vinieron después libros espirituales que nutrieron mi vida, como las Confesiones de San Agustín; Muéstrame tu rostro del padre Ignacio Larrañaga, libro de cabecera en mi seminario. Y sobre todo la Biblia, que leí en 4 años, motivado por un sacerdote que nos dijo: nadie que quiera seguir por entero a Jesucristo, puede pasar su vida sin leer al menos por una vez, la Sagrada Escritura.

Hay por cierto una abundante literatura cristiana, sobre la vida de Jesús, de autores renombrados como el Padre José Luis Martín Descalzo, el Cardenal Joseph Ratzinger (futuro Papa Benedicto XVI), el Arzobispo Fulton Sheen, y el italiano Giovanni Papini, que valdría mucho la pena conocer y sobre todo empeñarse en leer.

Más tarde, escuché hablar acerca del príncipe de la literatura española, Miguel de Cervantes Saavedra, por lo que un buen día tomé su libro El Quijote de la Mancha, y lo leí en un año, y pude comprobar porqué le habían dado ese título, uno podía paladear las palabras que decoraban cada historia narrada. No en balde, el alemán Sigmund Freud, aprendió el español, solo por leer este clásico universal.

De joven leí un par de novelas, que me abrieron poderosamente la mente, permitiéndome ver la realidad desdoblada, ellas son: El mundo feliz de Aldos Huxley; y el Mundo de Sofia, de Jostein Gaarder, obras fascinantes que me acercaron al mundo de la filosofía a través de ideas asombrosas e insospechadas.

Con la ayuda de los libros se aprende a conocer no solo el mundo exterior, América por ejemplo, con Susan Sontag, Irlanda de la mano de James Joyce, Perú con Mario Vargas Llosa; sino sobre todo el mundo interior, tal fue el caso de: Las Olas de Virginia Woolf, que te mete profundamente a tu interioridad a través de las ideas que existen solo dentro de tu mente. En esta misma línea se inscribe la obra inmortal de Gabriel García Márquez: Cien años de soledad.

El clásico de Ernest Hemingway: El Viejo y el Mar, te lanza a descubrir las fuerzas que hay dentro de tí, al hacerte navegar con el protagonista intentando cazar un pez gigante. Ahí aprende uno a valorar lo importante, y no material, del éxito y del trabajo.

La manera de hacer poesía libre la descubrí a través de Jaime Sabines y su preciosa antología poetica, que te lleva embelesadamente, por el deslumbrante mundo de los sentimientos cotidianos, exponenciados en su máximo esplendor.

Una viaje que me llevó por mundos medievales, y por la construcción de dinastías, abadías y Catedrales, fue el que me hizo realizar el inglés Ken Follet, a través de su trilogía: los Pilares de la tierra, una columna de fuego, y un mundo sin fin.

La metamorfosis de Kafka, enigmático libro transformativo que me hizo sentir y ver la vida desde un enfoque único, extraño y excepcional, que no creía que existía.

Los libros biográficos, son fundamentales en la vida, por ejemplo sobre San Maximiliano María Kolbe, o Santa Teresa de Ávila, o San Juan de la Cruz, que no solo te hacen conocer la vida de estos santos, sino tu misma vida, tus limitaciones, aspiraciones y sueños.

Aquí en nuestra región coahuilense, hay novelas reveladoras que te ayudan a entender la identidad del pueblo: Salvar el Fuego, de Guillermo Arriaga, situado en Acuña; y Carbón ojo de Monica Castellanos sobre la tragedia en Pasta de Conchos en Nueva Rosita.

Cómo no mencionar, al Cervantes mexicano Juan Rulfo y sus clásicos: Pedro Páramo y el Llano en Llamas, con los que expresa la realidad pintoresca de sus pueblos, recreando el espíritu, entre la realidad y la fantasía, entre la soledad y la fiesta, entre lo real y lo imaginario.

Un viaje en el tiempo es el que me presentó el gran Víctor Hugo, con su Clásico, Notre Dame de Paris, y la inolvidable historia de amor entre Esmeralda y Quasimodo, con un final no Hollywoodense, pero fenomenal. 

Leer es abrir el espíritu a fronteras insospechadas, a realidades inimaginables, a mundos más allá del nuestro, como muestra: La Iliada y la Odisea, de Homero, que nacieron siendo obras inmortales.

Mi libro favorito: Los pasos perdidos, de Alejo Carpenter. Entrañable historia de amor en el Amazonas latinoamericano. Libro que enseña, a no esperar segundas oportunidades.

Si alguien de ustedes, quisiera entrar al fascinante y milenario arte de escribir, ya sea libros, ensayos o poemas, no podría hacerlo, sin antes pasar por la apasionante aventura de leer libros y más libros. Anímense, vale la pena.

Por cierto, yo no sé si los libros aquí mencionados, transformaron el mundo, lo que sí sé, es que al menos, marcaron y transformaron mi vida!

+ Mons. Alfonso G. Miranda Guardiola

Conferencia para jóvenes ofrecida a invitación de la Secretaría de Cultura y de la Presidencia de Nava, Coahuila, en el Auditorio Municipal.

Martes 8 de abril 2025.