La falta de caridad causa la infelicidad, sólo el amor sacia el corazón: Papa Francisco

El Papa Francisco alentó a abrir “el apetito de la fe” y despertar “esa sed que hay en el corazón” de cada persona a través de la caridad porque “sólo el amor sacia el corazón”.

Así lo dijo el Santo Padre al presidir una Eucaristía en la Basílica de San Pedro en la tarde de este 23 de septiembre con ocasión del 50 aniversario de institución del Consejo de las Conferencias Episcopales Europeas (CCEE) en la que concelebraron decenas de obispos europeos y participaron alrededor de cincuenta fieles.

Al reflexionar en la lectura del día del profeta Ageo (Ag 1,5-7) el Papa reconoció que “la falta de caridad causa la infelicidad, porque sólo el amor sacia el corazón” y lamentó que “los habitantes de Jerusalén, encerrados en el interés por sus propios asuntos, habían perdido el sabor de la gratuidad”.

“También puede ser nuestro problema: focalizarnos en las diversas posiciones que hay en la Iglesia, en los debates, agendas y estrategias, y perder de vista el verdadero programa, el del Evangelio: el impulso de la caridad y el ardor de la gratuidad. El camino para salir de los problemas y de las cerrazones es siempre el camino del don gratuito. No hay otro. Reflexionemos sobre esto”, advirtió el Papa.

Además, el Santo Padre señaló que los cristianos en Europa tienen “la tentación de permanecer cómodamente en nuestras estructuras, en nuestras casas, en nuestras iglesias, en las seguridades que nos dan las tradiciones, en la satisfacción de un cierto consenso, mientras los templos a nuestro alrededor se vacían y Jesús es cada vez más olvidado”.

“Reflexionemos, ¡cuántas personas ya no tienen hambre y sed de Dios! No es que sean malas, no, sino que les falta alguien que les abra el apetito de la fe y despierte esa sed que hay en el corazón del hombre, esa ‘sed connatural, inagotable’ de la que habla Dante Alighieri (Paraíso, II,19) y que la dictadura del consumismo, dictadura blanda pero sofocante, intenta extinguir”, afirmó.

En este sentido, el Papa alertó que “muchas personas son conducidas a sentir sólo necesidades materiales, y no la falta de Dios” y agregó que es una cuestión que “nos preocupa, pero, ¿hasta qué punto nos hacemos cargo realmente? Es fácil juzgar al que no cree, es cómodo enumerar los motivos de la secularización, del relativismo y de tantos otros ismos, pero en realidad es estéril”.

“La Palabra de Dios nos lleva a reflexionar sobre nosotros mismos: ¿sentimos afecto y compasión por quienes no han tenido o quizá han perdido la alegría de encontrar a Jesús? ¿Estamos tranquilos porque, después de todo, no nos falta de nada para vivir, o inquietos al ver a tantos hermanos y hermanas lejos de la alegría de Jesús?”, cuestionó el Papa.

De este modo, el Santo Padre recordó que el pueblo de Israel “tenía lo que quería, pero no era feliz” por lo que invitó a recordar la enseñanza de Jesús en el Evangelio de San Mateo “tuve hambre y ustedes no me dieron de comer, tuve sed y no me dieron de beber, estuve desnudo y no me vistieron”.

Por ello, el Papa Francisco animó a no dejarse contentar “con un presente tranquilo” sino  “trabajar por el futuro” junto a otros. Y en el caso europeo, invitó a “dejar las conveniencias de lo inmediato para volver a la amplitud de miras de los padres fundadores, a una visión profética y de conjunto, porque ellos no buscaban los acuerdos del momento, sino que soñaban el futuro de todos”.

“Esto vale también para la Iglesia, casa de Dios. Para hacerla hermosa y acogedora es necesario mirar juntos al futuro, no restaurar el pasado… Ciertamente, debemos comenzar desde los cimientos, porque es a partir de allí que se reconstruye: de la tradición viva de la Iglesia, que nos fundamenta en lo esencial, en el buen anuncio, la cercanía y el testimonio”.

En esta línea, el Pontífice exhortó reconstruir “a partir de los cimientos de la Iglesia -la de los orígenes y la de siempre-, de la adoración a Dios y del amor al prójimo, no de los propios gustos particulares, no de los pactos y negociaciones que podemos hacer ahora, digamos para defender a la Iglesia, defender el cristianismo”.

Imitar modelo de los santos

Por este motivo, el Santo Padre recordó a diversos santos, como San Francisco, Santo Domingo y San Pío, y a los patronos de Europa Benito, Cirilo y Metodio, Brígida, Catalina de Siena y Teresa Benedicta de la Cruz para que continúen a ser modelos de vida.

“Comenzaron por ellos mismos, por cambiar su propia vida acogiendo la gracia de Dios. No se preocuparon de los tiempos oscuros, de las adversidades y de cualquier tipo de división, que siempre ha habido. No perdieron el tiempo en criticar y culpabilizar. Vivieron el Evangelio, sin reparar en la relevancia y en la política”, indicó el Papa.

Finalmente, el Santo Padre invitó a “irradiar la alegría contagiosa del Evangelio” y pidió no volver “a proponer esquemas religiosos desgastados, intelectualistas y moralistas” porque en tal caso, la gente no ve al Buen Pastor  y “no reconoce a Aquel que, enamorado de cada una de sus ovejas, las llama por su nombre y las busca para cargarlas sobre sus hombros. No ve a Aquel de quien predicamos la asombrosa Pasión, precisamente porque Él tiene una sola pasión: el hombre. Este amor divino, misericordioso y sorprendente es la novedad permanente del Evangelio”.

“Queridos hermanos, quisiera agradecerles este arduo trabajo de reconstrucción, que llevan adelante con la gracia de Dios. Gracias por estos primeros 50 años al servicio de la Iglesia y de Europa. Alentémonos, sin ceder nunca por el desaliento y la resignación. Estamos llamados a una obra maravillosa, a trabajar para que su casa sea cada vez más acogedora, para que cada uno pueda entrar y quedarse, para que la Iglesia tenga las puertas abiertas a todos y ninguno tenga la tentación de dedicarse solamente a mirar o cambiar las cerraduras”, concluyó el Papa.

Fuente: aciprensa.com