Hoy recordamos a la Beata Ana de San Bartolomé, continuadora de la obra de Santa Teresa de Jesús

Redacción ACI Prensa

Cada 7 de junio, se recuerda a la Beata Ana de San Bartolomé, religiosa carmelita, mística y discípula de Santa Teresa de Jesús. Sor Ana impulsó, con grandes frutos, la expansión de la reforma carmelita descalza en Francia y Países Bajos.

Fue proclamada “Libertadora de Amberes” (Bélgica) ya que la antigua ciudad de Flandes, que había sido escenario de los enfrentamientos entre católicos y protestantes durante buena parte del s. XVI, ganó en paz y prosperidad gracias a la fundación del monasterio carmelita descalzo liderado por la Beata Ana. El monasterio le dio nueva vida a la ciudad, la que alguna vez fue llamada “la más bella de las ciudades”, en los siglos anteriores. Posteriormente, Amberes se salvaría de la destrucción a manos de los holandeses, gracias a que los católicos de la ciudad se encomendaron a la beata.

Tiempos aciagos

Ana de San Bartolomé nació el 1 de octubre de 1549 con el nombre Ana García Manzanas en Almendral de la Cañada (Toledo, España).

Vivió durante el periodo que se denomina el Siglo de Oro Español, cuando en América se desarrollaba la conquista y se llevaban a cabo los primeros grandes esfuerzos evangelizadores en el nuevo continente. España libraba una dura y sangrienta batalla en el marco de lo que se conoce como “guerras de religión” ocasionadas por el avance del protestantismo. Por su parte, la Iglesia católica impulsaba la Contrarreforma, que tuvo en el Concilio de Trento su momento cumbre. El Concilio dio -entre otras medidas- un impulso a la reforma de las órdenes religiosas como medio para renovar el catolicismo y hacer frente a las ideas protestantes.

Bajo el patrocinio del apóstol Bartolomé

En ese contexto la joven Ana fue creciendo y madurando la idea de un posible llamado a la vida religiosa. Sin embargo, en un momento determinado su salud se vio afectada y enfermó gravemente. Entre sus hermanos y familiares se suscitó una gran preocupación así que decidieron rezar una novena al apóstol San Bartolomé para pedir por su curación.

El 24 de agosto de 1570, día de la fiesta del apóstol, Ana fue llevada a una ermita dedicada a él y se curó milagrosamente. Ese mismo año, completamente recuperada, ingresó al convento de San José de Ávila como hermana lega y eligió a San Bartolomé como su santo patrono cuyo nombre tomaría como carmelita descalza.

Santa Teresa de Ávila y el espíritu de la reforma

Siendo novicia, conoce a Santa Teresa de Jesús, impulsora de la reforma del Carmelo. La Doctora de la Iglesia aprobó su profesión y le tomó los votos el 15 de agosto de 1572. Luego la convirtió en su secretaria particular.

Aprendió a escribir pulcramente de modo milagroso. Destacó siempre por su extraordinaria caridad, por su unión mística con Dios y su gentileza con el prójimo.

Tras el fallecimiento de Santa Teresa, Sor Ana de Bartolomé inició el periplo que la llevaría a Francia, Bélgica y Países Bajos fundando conventos, dejando en muchos lugares hermosos testimonios de su virtud.

En su autobiografía, escrita por obediencia, dejó constancia de las abundantes gracias de las que gozó durante su vida, en especial de los regalos místicos que el Señor le concedió. No falta el recuento de sus luchas contra los ataques y tentaciones del demonio.

Tuvo el don de la bilocación. Cuando se enteró de que su confesor, el P. Juan de San Cirilo, estaba por morir, oró por él y de pronto se vio a su lado, dándole consejos a su enfermero. También tuvo el don del conocimiento de las almas, que le aprovechó mucho para dar consejo espiritual y asistir con su oración a quienes se le acercaban.

Epílogo

En 1624 Sor Ana de San Bartolomé sufrió una apoplejía, de la que no pudo recuperarse totalmente. El 7 de junio de 1626, luego de haber recibido la extremaunción y la Santa Comunión, cayó en éxtasis por unos minutos y entregó su alma en paz.

Ana de San Bartolomé fue beatificada en 1917 por el Papa Benedicto XV.

Fuente: aciprensa.com