Santos Cleto y Donaciano fueron obispos que vivieron en el siglo V. Cleto fue quemado vivo, mientras que Donaciano murió en el desierto deportado por el rey de los vándalos, Hunerico.
Los vándalos fueron un pueblo germano de Europa central. Su lengua pertenece a la rama germánica oriental que habitaban en las actuales Alemania y Polonia.
En el año 484, el rey Humerico ordenó que todas las iglesias cristianas del África fueran clausuradas y confiscados los bienes del clero para entregarlos al pueblo. Por mandato real, congregaron a los obispos en el palacio, después los condujeron lejos de la ciudad y les ordenaron a que marcharan solos hacia el destierro.
Ante tal injusticia, Donaciano y otros cuatro obispos de la provincia de Bisaseno, reunieron a numerosos cristianos para protestar frente a las puertas de la ciudad; el rey Humerico furioso por la revuelta, ordenó a sus soldados a matar y “aplastar” a quienes protestaban.
Donaciano y los cuatro obispos fueron brutalmente golpeados y se les condujo al desierto, donde quedaron abandonados para morir de hambre y sed.
San Cleto, Obispo de la Leptis Menor, considerado “un hombre celoso y muy sabio,” y que se había ganado la enemistad de Humerico por su enérgica oposición al arrianismo, también fue encerrado en un calabozo estrecho, oscuro y pestilente, del cual lo sacaron al cabo de dos meses para quemarlo vivo.