Redacción ACI Prensa
“Coraje, que después de unos pocos días de combate tendremos el paraíso para siempre”, escribió alguna vez Santa María Doménica Mazzarello, cofundadora de las Hijas de María Auxiliadora, junto a San Juan Bosco.
Mazzarello nació en Mornese (Italia) en 1837, en el seno de una familia campesina muy cristiana. Desde pequeña empezó a trabajar en el campo. “Para que Dios no deje que nos falte el pan es necesario rezar y trabajar”, decía.
Cierto día caminaba por la calle y tuvo una visión misteriosa en la que había un gran edificio con varias muchachas que corrían en el patio y oyó una voz que le dijo: “te las confío”. Con una amiga cercana, llamada Petronila, decidió abrir un taller para enseñar costura a las chicas pobres. El Señor le envió a las primeras huérfanas, que María Doménica acogió maternalmente. Con ello también llegaron las primeras colaboradoras en su obra. Estas mujeres fueron “bautizadas” por el confesor de María Doménica como las “Hijas de la Inmaculada”.
Don Bosco llegaría a su pueblo en 1864 con la intención de abrir un colegio. En aquella visita tuvo la oportunidad de encontrarse con Sor María y ver el taller de las “Hijas de la Inmaculada”. San Juan Bosco quedó muy impresionado. Santa Mazzarello, por su parte, después de tratar al viejo sacerdote, expresó llena de confianza: “Don Bosco es un santo y yo lo siento así”.
Tiempo después el Papa Pío IX le pidió a Don Bosco que fundara un instituto femenino. Él, de inmediato, pensó en las “Hijas de la Inmaculada”, y decidió ponerlas a cargo del colegio que apenas había construido.
En 1872, las “Hijas de la Inmaculada” se convirtieron en “Hijas de María Auxiliadora” con la venia papal; y Santa María Mazzarello fue nombrada primera superiora, aunque ella pediría que la llamaran “vicaria” -decía que “la verdadera superiora era la Virgen”-.
La Madre Mazzarello fue una persona muy alegre, sencilla y trabajadora. De esas personas que entienden que el cargo de responsabilidad es puesto de servicio y no ocasión para buscar poder. El tiempo pasaría y la obra dio muchos frutos pastorales como consta hasta hoy. Basta considerar cómo las Hijas de María Auxiliadora han extendido su presencia en decenas de países.
Con los años, la salud de Sor María fue decayendo, en buena parte por la intensidad con la que vivió, desapegada de las comodidades del mundo y sin buscarse a sí misma. Consciente de que podía quedarle poco tiempo, se despidió definitivamente de Don Bosco en un último encuentro. Durante este, el Santo le contó una historia en el que la “muerte” entraba a un convento y al no encontrar a nadie a quien llevarse, le pide a la Madre Superiora que sea ella quien le siga. La Superiora, sabiendo que era Dios quien la llamaba, la siguió. De esta manera, el Santo le había confesado que Dios, probablemente, la quería definitivamente a su lado, en el Reino de los Cielos.
Santa Mazzarello partió a la Casa del Padre el 14 de mayo de 1881, en Nizza Monferrato, a los 44 años de edad. Fue beatificada por Pío XI en 1938 y canonizada por Pío XII en 1951.
Fuente: aciprensa.com