El Papa Francisco ha pedido a los trabajadores y responsables de la televisión católica TV2000, de la Conferencia Episcopal Italiana, vivir con responsabilidad el servicio que prestan. En su discurso e indicó que se deben evitar “aquellos pecados de los medios: la desinformación, la calumnia y la difamación”.
En concreto, la desinformación “empuja a decir la mitad de las cosas, y esto lleva a no poderse hacer un juicio preciso sobre la realidad”.
Por eso, “una comunicación auténtica no se preocupa de ‘golpear’. El alarmismo catastrófico y el despreocuparse son “dos extremos que continuamente vemos que proponen en la comunicación de hoy y no es un buen servicio que los medios pueden ofrecer a la persona”.
Por otro lado, la calumnia “parece más insidiosa, pero en la comunicación el más insidioso es la desinformación porque te lleva a equivocarte, al error; te lleva a creer solo una parte de la verdad”.
El Papa también pidió a los miembros de la televisión que desarrollen “la cultura del encuentro” y a “recibir de los otros”.
El Aula Pablo VI del Vaticano acogió esta audiencia con el Pontífice, que comenzó un unos minutos de retraso. Asunto con el que el que Francisco bromeó al principio. También señaló que los medios católicos “tienen una misión muy comprometida con la comunicación social: busquen preservarla de todo aquello que la puede torcer y llevarla a otros fines”.
El Papa dijo que “a menudo, la comunicación fue sometida a la propaganda, las ideologías, con fines políticos o para el control de la economía y la tecnología”. Pero “lo que hace bien a la comunicación es en primer lugar la parresía, es decir, el valor de hablar a la cara, e hablar con franqueza y libertad”.
Es por esto que “si estamos convencidos de lo que tenemos que decir las palabras vienen”, pero “sin estamos preocupados de aspectos tácticos nuestro hablar será artefacto, poco comunicativo, insípido, un hablar de laboratorio”.
El Papa pidió luego que “despierten la palabra. Pero cada palabra tiene dentro de sí una chispa de fuego, de vida. Despierten esta chispa para que venga”.
Otro punto que abordó fue el de dos vertientes que tiene la comunicación: abrir y cerrar. “La comunicación evita tanto “llenar ” como “cerrar”. Está “llena” cuando tiende a saturar nuestra percepción con un exceso de consignas que, en lugar de poner en marcha el pensamiento, lo anulan.
Se “cierra” cuando, en lugar de recorrer el largo camino de la comprensión, se prefiere la breve de presentar a las personas como si fueran capaces de resolver todos los problemas, o de lo contrario, como chivos expiatorios en quien descargar toda responsabilidad”.
Existe el problema, concluyó, de “correr rápido hacia una solución, sin concederse el tiempo necesario de representar la complejidad de la vida real, es un error frecuente dentro de una comunicación siempre muy veloz y poco reflexiva”.