VATICANO, 06 Oct. 17 .- Avergonzarse del pecado es algo bueno según dijo el Papa en la homilía que compartió con los fieles que asistieron a la misa en la Casa Santa Marta.
“Ninguno puede decir. ‘yo soy justo’ o ‘yo no soy como ese o como esa’. Soy un pecador. Diría que casi es el primer nombre que tenemos todos: pecadores”, afirmó.
Francisco fue tajante al asegurar que “el pecado estropea el corazón, estropea la vida, estropea el alma, la debilita y la enferma”.
Pero, ¿por qué somos pecadores? Hemos desobedecido: Él ha dicho una cosa y nosotros hemos hecho otra. No hemos escuchado la voz del Señor: Él nos ha hablado tantas veces. En nuestra vida, cada uno puede pensar: ‘¡cuántas veces el Señor me ha hablado a mí… y cuántas veces no he escuchado!’ Ha hablado con los padres, con la familia, con el catequista, en la iglesia, en las predicaciones, también ha hablado en nuestro corazón”.
Pero “nos hemos rebelado” fruto de la “obstinación” por seguir las “perversas inclinaciones de nuestro corazón”. Esto ha hecho que caigamos en “pequeñas idolatrías de cada día”, “codicia, “envidia”, “odio” y sobre todo “maledicencia” que es “hablar mal” y se trata de una “guerra del corazón para destruir al prójimo”.
“No es una mancha que haya que quitarse. Si fuese una mancha, bastaría acudir a la tintorería y hacérsela limpiar. No. El pecado es una relación de rebelión contra el Señor Es algo muy feo en sí mismo, pero feo contra el Señor que es bueno. Y si yo pienso así de mis pecados, en lugar de entrar en depresión siento ese sentimiento grande: la vergüenza, el deshonor. La vergüenza es una gracia”.
Fuente: aciprensa.com