CIUDAD DE MÉXICO, 25 Abr. 16 / 01:39 pm (ACI).- El Arzobispo Primado de México, Cardenal Norberto Rivera Carrera, explicó que si bien la realidad actual puede ser cruda y complicada, eso no debe hacer que las personas pierden la fe o la esperanza sino que por el contrario deben vivir intensamente el mandamiento nuevo del amor de Cristo, que no una utopía ni un sueño inalcanzable.
En la homilía de la Misa que presidió el domingo 24 de abril en la Catedral Metropolitana de Ciudad de México, el Purpurado reflexionó sobre el mandamiento nuevo del amor del Señor: “que se amen los unos a los otros, como yo los he amado”.
El Purpurado dijo en su prédica que la realidad actual, por más compleja que sea, “no nos puede quitar ni la fe ni la esperanza, como si el mandamiento nuevo solo fuera una ilusión, una utopía o un sueño inalcanzable”.
Según señala el Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (SIAME), el Cardenal Rivera dijo que “en nuestra gran ciudad con frecuencia no se escucha el canto nuevo del amor sino el llanto de las sirenas que nos advierten que están recogiendo de nuestras calles a las víctimas del odio y de la violencia”.
“No solo eso, sino que se escucha el griterío de los que piden se amplíen los espacios y el tiempo para que el alcohol, la violencia, los accidentes y la corrupción tengan mayor cabida; millones de seres humanos condenados al hambre, a la ignorancia y al desempleo para muchos son solo parte de una estadística”.
Además, prosiguió, “se oye el reclamo de los que quieren aniquilar impunemente al niño en el vientre materno y terminar con la vida del anciano que ya no es productivo; en nombre de una ‘preferencia sexual’ hombres y mujeres son prostituidos y miles de niños y niñas explotados sexualmente”.
El Arzobispo Primado de México dijo luego que el “mandamiento nuevo de Jesús sigue transformado muchas vidas y sigue sacando a muchos seres humanos de la prisión de su egoísmo. El mandamiento nuevo equivale al mandamiento de formar comunidad de amor y de servicio”.
Este amor, continuó, “transforma y renueva, como le pasó a San Agustín, pues su madre, Santa Mónica, decía, que había sido ‘dos veces madre de Agustín’, porque no sólo le dio a luz, sino que le dio vida nueva por la fe católica y la vida cristiana al lograr su conversión por sus oraciones”.
“Si queremos ser cristianos de verdad, no podemos contentarnos con un amor platónico, sino que debe llegar a la acción. No podemos mostrar como signo un amor meramente afectivo, sino demostrar un amor efectivo”, resaltó.
“’No amemos de palabra ni con frases, sino con obras y de verdad’. Solo con el amor en las manos, hecho justicia, sacrificio, perdón, solidaridad, entrega y don, demostraremos al mundo que somos cristianos, discípulos de aquel que murió con las manos abiertas de tanto dar”.
Esto, subrayó el Cardenal Rivera, “no es posible por nuestras propias tendencias y capacidades, por eso necesitamos alimentarnos continuamente del pan del amor, del pan de la vida, que es Cristo Eucaristía”.