Con motivo de octubre, Mes de la Lucha Contra el Cáncer y el Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de Mama que se conmemoró el pasado 19 de octubre, presentamos cuatro santos de la Iglesia Católica que son reconocidos por interceder de forma especial en los casos de mujeres que padecen esta enfermedad.
Cada 19 de octubre se celebra el Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de Mama, una fecha impulsada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para concientizar sobre la prevención de esta enfermedad que aqueja a 1 de cada 8 mujeres en el mundo, y que representa el 16% de todos los cánceres que sufren las mujeres.
En la Iglesia Católica existen santos que son famosos por interceder para obtener la curación de enfermedades particulares. Por ejemplo, San Juan de Dios y Santa Hildegarda de Bingen son intercesores de los que sufren depresión; o Santa Liduvina, patrona de los enfermos crónicos; etc.
En el caso del cáncer, la Iglesia cuenta con santos que interceden de forma especial por las mujeres que sufren cáncer de mama. A continuación, presentamos a cuatro de ellos:
Santa Águeda
Es la santa patrona de los que sufren enfermedades de la glándula mamaria y las mujeres enfermas de cáncer de mama.
Santa Águeda, cuya fiesta se celebra el 5 de febrero, procedía de Catania, Sicilia (Italia) tenía una extraordinaria belleza y consagró su vida y pureza a Dios. Según cuenta la historia, fue torturada por rechazar las propuestas amorosas del cónsul Quintiliano, y como parte de su martirio le cortaron sus pechos con pinzas de ardiente acero.
En el mundo existen iglesias en su honor y también asociaciones y fundaciones contra el cáncer de mama que llevan su nombre. Sus devotos que se dedican a tratar y prevenir el cáncer de mama son conocidos como “los soldados de Santa Águeda”, según indica un artículo firmado por el Dr. Michael B. Shimking.
Si deseas pedirle su intercesión, puedes rezar la oración que compartimos aquí.
San Ezequiel Moreno
El santo es patrono de los enfermos de cáncer, y los milagros que dieron paso a su beatificación y canonización fueron la curación de dos enfermos con cáncer terminal: una de ellos fue una mujer con cáncer de mama.
San Ezequiel Moreno, cuya fiesta se celebra el 19 de agosto, fue un fraile agustino recoleto que nació a mediados del siglo XIX y que sirvió por muchos años como misionero en Colombia, donde se le detectó cáncer. El santo murió a los 58 años en España, a causa de la enfermedad.
Fue canonizado por San Juan Pablo II en 1992 luego de comprobarse su intercesión en la curación milagrosa de la colombiana María de Jesús Náñez, una mujer que tras ser operada de un tumor en la pierna derecha, hizo metástasis en el pecho izquierdo. Ella se encomendó al entonces beato y se curó milagrosamente.
Santa María de La Providencia
La santa nació en Francia y fue bautizada con el nombre de Eugénie Smet. Se hizo religiosa bajo el nombre de María de La Providencia y fundó la Congregación Sociedad de las Auxiliadoras de las Almas del Purgatorio, que busca salvar las benditas almas a través de obras de misericordia espirituales y corporales.
Santa María de La Providencia, cuya fiesta se celebra el 6 de marzo, fue detectada con cáncer de mama a los 45 años y al poco tiempo falleció. Si bien se desconoce que haya intercedido en casos de casos de curación de esta enfermedad, puede ser un gran ejemplo para las mujeres que la padecen y, por supuesto, una intercesora a la cual acudir.
Santa María Celia Guérin
La santa es la esposa de San Luis Martin, quienes son los padres de Santa Teresa de Lisieux y el primer matrimonio católico declarado santo, cuya fiesta se celebra el 12 de julio.
Santa María Celia Guérin nació en 1831 en una familia católica y fue educada por religiosas que le enseñaron su oficio: el arte de la confección. Se casó, tuvo nueve hijos y llevó una vida matrimonial ejemplar con Misa diaria, oración y confesión frecuente, y participación en la vida parroquial.
De forma similar a Santa María de La Providencia, a los 45 años se le detectó un tumor en el seno, enfermedad que padeció con firme esperanza cristiana hasta su muerte.
“Si Dios quiere curarme, estaré muy contenta pues, en el fondo de mi corazón, deseo vivir; lo que me cuesta es dejar a mi marido y a mis hijas. Pero, por otra parte, me digo: si no me curo es que, quizá, será más útil que yo me vaya”, escribió en una carta.
No cabe duda que su ejemplo de confianza en Dios e intercesión puede ayudar a muchas mujeres madres que sufren esta enfermedad en la actualidad.
Fuente: aciprensa.com