El Padre José de Jesús Aguilar Valdés, subdirector de Radio y Televisión de la Arquidiócesis de México, explicó en un video cómo surgió la tradición de la Rosca de Reyes, un dulce que se come en ocasión de la fiesta de la Epifanía del Señor, cada 6 de enero.
El Evangelio narra en este día el pasaje de los tres Reyes Magos que llegan a ofrecer regalos al Niño Dios.
El P. Aguilar explicó que “el origen de la Rosca se encuentra en Europa donde la tarta o pastel han formado parte de la alimentación de la época navideña en muchas regiones” como Italia con el panettone, Francia, Bélgica y España, entre otros.
En Francia, por ejemplo, en el “siglo XVI se introdujo la costumbre de comer un pastel en forma octogonal con una semilla o almendra escondida, pero cuando se indicó que quien recibía la semilla debería hacer un compromiso o preparar una fiesta, la gente optó por comérsela disimuladamente sin decir nada. Esto hizo que se cambiar la semilla por algún otro objeto no comestible”.
“Así se escondieron dentro del pan anillos e incluso pequeñas imágenes de porcelana del Niño Dios. En España se le dio al pan la forma de una corona que se ofrece al Niño Dios reconociéndolo como rey de Reyes. Los fragmentos multicolores de fruta cristalizada representan las joyas”, relató.
El sacerdote precisó que “la rosca fue redonda en sus inicios pero por el gran número de invitados se tuvo que hacer más grande y el espacio de los hornos pasteleros modificó su forma y la convirtió en una corona oval”.
Entonces “los misioneros que llegaron a nuestro país incorporaron la rosca en la celebración del 6 de enero. La figurita del Niño escondido recibió un nuevo significado recordando que María y José escondieron al Niño Jesús para salvarlo de la matanza de inocentes ordenada por el rey Herodes”.
“La tradición mexicana afirma que quien encuentra al Niño Dios tiene un gran corazón y una gran generosidad y, por lo tanto, debe ofrecer la típica tamalada (tamales) el Día de la Candelaria”, contó el P. Aguilar.
Fuente: aciprensa.com