Octubre 13.
Día 22 Decíamos que Dios quiere que seamos sus amigos y existe la idea equivocada de que pasar tiempo con Dios significa estar a solas con El. Claro que sí necesitamos pasar tiempo a solas con El, pero eso representa apenas una fracción del tiempo que estamos despiertos.
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Todo lo que hacemos, todas y cada una de nuestras actividades, puede ser tiempo que pasamos con Dios, si lo invitamos a acompañarnos en todo lo que hagamos a lo largo del día y somos conscientes de Su presencia. Así, las tareas más simples como cocinar, atender a la familia, realizar las tareas más comunes, se convierten en actos de alabanza y de comunión con Dios. Dicho esto habremos de entender que “la amistad con Dios” no es cambiar lo que uno hace sino cambiar la actitud de uno al hacerlo. Lo que normalmente haces para ti, comienzas a hacerlo para Dios; ya se trate de comer, bañarse, trabajar, descansar o tirar la basura.
Palabras del Papa Francisco:
“Entre esos débiles, que la Iglesia quiere cuidar con predilección, están también los niños por nacer, que son los más indefensos e inocentes de todos, a quienes hoy se les quiere negar su dignidad humana en orden a hacer con ellos lo que se quiera, quitándoles la vida y promoviendo legislaciones para que nadie pueda impedirlo. Frecuentemente, para ridiculizar alegremente la defensa que la Iglesia hace de sus vidas, se procura presentar su postura como algo ideológico, oscurantista y conservador. Sin embargo, esta defensa de la vida por nacer está íntimamente ligada a la defensa de cualquier derecho humano. (…) Precisamente porque es una cuestión que hace a la coherencia interna de nuestro mensaje sobre el valor de la persona humana, no debe esperarse que la Iglesia cambie su postura sobre esta cuestión. Quiero ser completamente honesto al respecto. Éste no es un asunto sujeto a supuestas reformas o «modernizaciones.”