Redacción ACI Prensa
En la Audiencia General de este miércoles 31 de agosto, el Papa Francisco comenzó una nueva serie de catequesis sobre el discernimiento y explicó qué significa discernir.
“En una decisión buena, correcta, se encuentra la voluntad de Dios con nuestra voluntad, se encuentra el camino actual con el eterno. Tomar una decisión correcta después de un camino de discernimiento es hacer este encuentro. El tiempo con lo eterno.Por lo tanto, el conocimiento, la experiencia, el afecto, la voluntad: son algunos elementos indispensables del discernimiento”, señaló el Santo Padre.
A continuación, la catequesis pronunciada por el Papa Francisco:
¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
Hoy comenzamos un nuevo ciclo de catequesis sobre el tema del discernimiento. El discernimiento es un acto importante que concierne a todos, porque las elecciones son una parte esencial de la vida. Discernir las elecciones. Uno elige la comida, la ropa, un curso de estudio, un trabajo, una relación. En todos ellos se realiza un proyecto de vida, y también se realiza nuestra relación con Dios.
En el Evangelio, Jesús habla del discernimiento con imágenes tomadas de la vida ordinaria; por ejemplo, describe al pescador que selecciona los peces buenos y descarta los malos; o al mercader que sabe identificar, entre muchas perlas, la de mayor valor. O el que, arando un campo, encuentra algo que resulta ser un tesoro (cf. Mt 13,44-48).
A la luz de estos ejemplos, el discernimiento se presenta como un ejercicio de inteligencia, de habilidad y también de voluntad, para aprovechar el momento favorable: son condiciones para hacer una buena elección. Es necesaria la inteligencia, la habilidad y la voluntad.
También hay un coste necesario para que el discernimiento sea operativo. Para desempeñar su oficio lo mejor posible, el pescador cuenta con la fatiga, las largas noches en el mar y el descarte de una parte de las capturas, aceptando una pérdida de ganancias por el bien de los destinatarios. El comerciante de perlas no duda en gastar todo para comprar esa perla; y lo mismo hace el hombre que ha tropezado con un tesoro.
Situaciones inesperadas e imprevistas en las que es imprescindible reconocer la importancia y la urgencia de una decisión que hay que tomar. Las decisiones las tenemos que tomar cada uno de nosotros, no hay nadie que tome la decisión por nosotros.
En algún momento, los adultos libres, podemos pedir consejo, pensar, pero es nuestra decisión. No se puede decir, hago esto porque lo ha decidido mi marido, mi esposa, mi hermano. No. tú debes decidir, cada uno de nosotros debemos decidir. Por eso, es importante saber discernir, para elegir bien es necesario saber discernir.
El Evangelio sugiere otro aspecto importante del discernimiento: implica los afectos. El que ha encontrado el tesoro no siente ninguna dificultad en venderlo todo, tan grande es su alegría (cf. Mt 13,44). El término utilizado por el evangelista Mateo indica una alegría muy especial, que ninguna realidad humana puede dar; y de hecho vuelve a aparecer en muy pocos otros pasajes del Evangelio, todos ellos referidos al encuentro con Dios.
Es la alegría de los Magos cuando, tras un largo y penoso viaje, vuelven a ver la estrella (cf. Mt 2,10). La alegría. Es la alegría de las mujeres que regresan del sepulcro vacío tras escuchar el anuncio del ángel de la resurrección (cf. Mt 28,8). Es la alegría de los que han encontrado al Señor. Tomar una decisión buena, una decisión correcta, te conduce siempre a esa alegría final. Quizá en el camino se debe sufrir un poco, pensar, buscar, pero al final la decisión correcta te llena de alegría.
En el Juicio Final, Dios obrará el discernimiento, el gran discernimiento hacia nosotros. Las imágenes del agricultor, el pescador y el mercader son ejemplos de lo que ocurre en el Reino de los Cielos, un Reino que se manifiesta en las acciones ordinarias de la vida, que nos exigen tomar posición. Por eso es tan importante saber discernir: las grandes elecciones pueden surgir de circunstancias que a primera vista parecen secundarias, pero que resultan ser decisivas.
Por ejemplo, pensemos en el primer encuentro de Andrés y Juan con Jesús, un encuentro que nace de una simple pregunta: “Rabí, ¿dónde vives?”. – “Venid y veréis” dice Jesús (cf. Jn 1,38-39). Un intercambio muy breve, pero es el comienzo de un cambio que marcará toda una vida. Años después, el evangelista seguirá recordando aquel encuentro que le cambió para siempre, también recordará la hora: “Eran como las cuatro de la tarde” (v. 39). Es la hora en que el tiempo y lo eterno se encontraron en su vida.
En una decisión buena, correcta, se encuentra la voluntad de Dios con nuestra voluntad, se encuentra el camino actual con el eterno. Tomar una decisión correcta después de un camino de discernimiento es hacer este encuentro. El tiempo con lo eterno.
Por lo tanto, el conocimiento, la experiencia, el afecto, la voluntad: son algunos elementos indispensables del discernimiento. A lo largo de estas catequesis veremos otras, igualmente importantes.
El discernimiento -como he dicho- implica un esfuerzo. Según la Biblia, no encontramos ante nosotros, ya empaquetada, la vida que hemos de vivir. No, debemos decidirla continuamente según la realidad que viene. Dios nos invita a evaluar y elegir: nos ha creado libres y quiere que ejerzamos nuestra libertad. Por lo tanto, discernir es un reto.
A menudo hemos tenido esta experiencia: elegir algo que nos parecía bueno y en cambio no lo era. O saber cuál era nuestro verdadero bien y no elegirlo. El hombre, a diferencia de los animales, puede equivocarse, puede no querer elegir correctamente. La libertad.
La Biblia lo demuestra desde sus primeras páginas. Dios da al hombre una instrucción precisa: si quieres vivir, si quieres disfrutar de la vida, recuerda que eres una criatura, que no eres tú el criterio del bien y del mal, y que las elecciones que hagas tendrán una consecuencia, para ti, para los demás y para el mundo (cf. Gn 2,16-17); puedes hacer de la tierra un magnífico jardín o puedes convertirla en un desierto de muerte.
Una enseñanza fundamental: no es casualidad que sea el primer diálogo entre Dios y el hombre. Un diálogo en el que el Señor da la misión: tú debes hacer esto y esto, y el hombre en cada paso que da debe discernir qué decisión tomar. El discernimiento es aquella reflexión de la mente y del corazón que nosotros debemos hacer antes de tomar una decisión.
El discernimiento es agotador pero indispensable para vivir. Requiere que me conozca a mí mismo, que sepa lo que es bueno para mí aquí y ahora. Sobre todo, requiere una relación filial con Dios. Dios es Padre y no nos deja solos, siempre está dispuesto a aconsejarnos, a animarnos, a acogernos. Pero nunca impone su voluntad. ¿Por qué́? Porque quiere ser amado y no temido. Dios nos quiere hijos no esclavos, hijos libres.
Y el amor solo puede vivirse en libertad. Para aprender a vivir hay que aprender a amar, y para ello es necesario discernir. Qué puedo hacer ahora ante esta alternativa, que sea una señal de más amor, de más madurez en el amor. ¡Que el Espíritu Santo nos guíe! Invoquémosle cada día, especialmente cuando tengamos que tomar decisiones.
Fuente: aciprensa.com