El Papa Francisco dedicó su catequesis a la introducción de la Carta de San Pablo a los Gálatas en la Audiencia General de este miércoles 23 de junio que se llevó a cabo en el patio de San Dámaso del Vaticano con la presencia de numerosos fieles.
“En esta Carta, Pablo cita varias referencias biográficas, que nos permiten conocer su conversión y la decisión de poner su vida al servicio de Jesucristo. Él afronta, además, algunas temáticas muy importantes para la fe, como las de la libertad, de la gracia y de la forma de vivir cristiana, que son extremadamente actuales porque tocan muchos aspectos de la vida de la Iglesia de nuestros días. Es una carta muy actual. Parece haber sido escrita para nuestro tiempo”, dijo el Santo Padre.
A continuación, el texto de la catequesis pronunciada por el Papa Francisco:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Después del largo itinerario dedicado a la oración, hoy comenzamos un nuevo ciclo de catequesis. Espero que, con este itinerario de la oración, hayamos conseguido rezar un poco mejor, a rezar un poco más.
Deseo reflexionar sobre algunos temas que el apóstol Pablo propone en su Carta a los Gálatas. Es una Carta muy importante, diría incluso decisiva, no solo para conocer mejor al Apóstol, sino sobre todo para considerar algunos argumentos que él afronta en profundidad, mostrando la belleza del Evangelio.
En esta Carta, Pablo cita varias referencias biográficas, que nos permiten conocer su conversión y la decisión de poner su vida al servicio de Jesucristo. Él afronta, además, algunas temáticas muy importantes para la fe, como las de la libertad, de la gracia y de la forma de vivir cristiana, que son extremadamente actuales porque tocan muchos aspectos de la vida de la Iglesia de nuestros días. Es una carta muy actual. Parece haber sido escrita para nuestro tiempo.
El primer rasgo que se desprende de esta Carta es la gran obra de evangelización realizada por el Apóstol, que al menos dos veces había visitado las comunidades de la Galacia durante sus viajes misioneros. Pablo se dirige a los cristianos de ese territorio. No sabemos exactamente a qué zona geográfica se refiere, ni podemos afirmar con certeza la fecha en la que escribe esta Carta. Sabemos que los Gálatas eran una antigua población celta que, a través de muchas peripecias, se habían asentado en esa extensa región de Anatolia que tenía su capital en la ciudad de Ancyra, hoy Ankara, la capital de Turquía, estaban allí.
Pablo dice solo que, a causa de una enfermedad, se vio obligado a detenerse en esa región (cfr Gal 4,13). San Lucas, en los Hechos de los Apóstoles, encuentra sin embargo una motivación más espiritual. Dice que «atravesaron Frigia y la región de Galacia, pues el Espíritu Santo les había impedido predicar la Palabra en Asia» (16,6).
Los dos hechos no son contradictorios: indican más bien que el camino de la evangelización no depende siempre de nuestra voluntad y de nuestros proyectos, sino que requiere la disponibilidad para dejarse moldear y seguir otros recorridos que no estaban previstos.
Entre ustedes, hay una familia que me ha saludado y dice que tiene que aprender no sé qué otro idioma porque irán a misionar en aquella tierra, el Espíritu los conduce también hoy, muchos misioneros que dejan la patria y van a otra tierra a dar la misión.
Lo que verificamos, sin embargo, es que en su incansable obra evangelizadora el Apóstol había conseguido fundar varias pequeñas comunidades, dispersas en la región de la Galacia.
Pablo cuando llegaba a una ciudad, a un pueblo, a una región, no hacía inmediatamente una gran catedral, nada, hacía las pequeñas comunidades que eran, son, la levadura de nuestra cultura cristiana de hoy y comenzaba haciendo pequeñas comunidades crecían, crecían e iban hacia adelante. También hoy, este método pastoral se hace en cada región misionera. He recibido una carta la semana pasada de un misionero de Papúa Nueva Guinea y me dice que está predicando el Evangelio en la selva, la gente que no conoce ni siquiera quién fuera Jesucristo. Es bonito ¿eh? Y hacen pequeñas comunidades. También hoy, este método, es el método evangelizador de la primera evangelización.
Lo que nosotros debemos notar es la preocupación pastoral de Pablo, todo fuego él, que después de haber fundado estas Iglesias, se da cuenta de un gran peligro, -el pastor es como el papá o la mamá ¿no? que inmediatamente se dan cuenta del peligro de los hijos-. Un gran peligro que corren para su crecimiento en la fe. Crecen y vienen los peligros. Como decía uno, vienen las aves rapaces.
De hecho, se habían infiltrado algunos cristianos venidos del judaísmo, los cuales con astucia empezaron a sembrar teorías contrarias a la enseñanza del Apóstol, llegando incluso a denigrar su persona. Comienzan con la doctrina, y después denigran al apóstol, es el camino de siempre, quitar la autoridad al apóstol.
Como se ve, es una práctica antigua la de presentarse en algunas ocasiones como los únicos poseedores de la verdad, los puros, y pretender rebajar también con la calumnia el trabajo realizado por los otros. Esos adversarios de Pablo sostenían que también los paganos debían ser sometidos a la circuncisión y vivir según las reglas de la ley mosaica. Vuelven hacia atrás, a las observancias que fueron superadas por el Evangelio, vuelven hacia atrás.
Por tanto, los Gálatas, habrían tenido que renunciar a su identidad cultural para someterse a normas, prescripciones y costumbres típicas de los judíos. Y no solo eso. Esos adversarios sostenían que Pablo no era un verdadero apóstol y, por tanto, no tenía ninguna autoridad para predicar el Evangelio.
Muchas veces vemos esto, pensemos en alguna comunidad cristiana, en alguna diócesis, comienzan las historias, y después terminan para desacreditar el párroco, el obispo, propio el camino del maligno, de esta gente que divide, que no sabe construir. Y en esta carta a los Gálatas, vemos este procedimiento.
Los Gálatas se encontraban en una situación de crisis. ¿Qué tenían que hacer? ¿Escuchar y seguir lo que Pablo les había predicado, o escuchar a los nuevos predicadores que le acusaban? Es fácil imaginar el estado de incertidumbre que animaba sus corazones. Para ellos, haber conocido a Jesús y creído en la obra de salvación realizada con su muerte y resurrección, era realmente el inicio de una vida nueva, de una vida de libertad.
Habían emprendido un recorrido que les permitía ser finalmente libres, no obstante, su historia fuera tejida por muchas formas de violenta esclavitud, no menos importante la que les sometía al emperador de Roma. Por tanto, delante de las críticas de nuevos predicadores, se sentían perdidos e inciertos sobre cómo comportarse, pero ¿quién tiene razón? ¿Pablo o esta gente que viene ahora enseñando otras cosas? ¿A quién hacer caso? En resumen, ¡había mucho en juego!
Esta condición, lo he dicho recientemente, no está lejos de la experiencia que diversos cristianos viven en nuestros días. No faltan tampoco hoy, de hecho, predicadores que, sobre todo a través de los nuevos medios de comunicación, no se presentan en primer lugar para anunciar el Evangelio de Dios que ama al hombre en Jesús Crucificado y Resucitado, sino para reiterar con insistencia, como auténticos “custodios de la verdad”, así se llaman ellos, cuál es la mejor manera de ser cristianos. Con fuerza afirman que el cristiano verdadero es al que ellos están vinculados, a menudo identificado con ciertas formas del pasado, y que la solución a las crisis actuales es volver atrás para no perder la genuinidad de la fe.
También hoy, como entonces, está la tentación de encerrarse en algunas certezas adquiridas en tradiciones pasadas. Pero ¿cómo podemos reconocer a esta gente? Por ejemplo, uno de los modos de proceder es la rigidez, delante a la predicación del Evangelio que nos hace libres, que nos hace alegres, estos son rígidos, siempre con la rigidez, se debe hacer esto, se debe hacer otra cosa, la rigidez es propio de esta gente.
Seguir la enseñanza del Apóstol Pablo en la Carta a los Gálatas nos hará bien para comprender qué camino seguir. El indicado por el Apóstol es el camino liberador y siempre nuevo de Jesús Crucificado y Resucitado; es el camino del anuncio, que se realiza a través de la humildad y la fraternidad; los nuevos predicadores no conocen qué es la humildad, qué es la fraternidad, es el camino de la confianza mansa y obediente; los nuevos predicadores no conocen la mansedumbre ni la obediencia, y esta vía mansa y obediente va hacia adelante en la certeza de que el Espíritu Santo obra en todos los tiempos de la Iglesia. En última instancia, la fe en el Espíritu Santo presente en la Iglesia nos lleva hacia adelante y nos salvará. Gracias.
Fuente: aciprensa.com