BEATO BARTOLOMÉ GUTIÉRREZ y compañeros, del arameo “el hijo del arador” o “abundante en surcos” (1580?-1632). Mártires. Originario de la Ciudad de México. Hacia 1596 ingresa al convento de San Agustín. Al concluir los estudios correspondientes, recibe la ordenación sacerdotal. Ejerce su ministerio en Yuriria, Guanajuato, y en Puebla. En 1606 lo comisionan para evangelizar en Manila, Filipinas, junto con los presbíteros Vicente Carvalho, de origen portugués, y el español Francisco Terrero. En esa ciudad se desempeña como maestro de novicios durante seis años; hasta que es enviado a las misiones de Japón (1612). En dos ocasiones viaja a catequizar en Japón; en la segunda —hacia 1618— pese a las persecuciones paganas iniciadas por el emperador Taicosama —Toyotomi Hideyoshi (1537-1598)—, permanece en forma clandestina y logra múltiples conversiones, hasta que es atrapado y encarcelado con los sacerdotes antes citados, siendo conducidos hacia a Nagasaky, donde con el fin de hacerlos renegar de su fe, se les tortura sumergiéndolos en las aguas sulfurosas hirvientes del monte Unzen, en Jigoku, al este de Nagasaki, donde actualmente se erige un monumento en honor a los cristianos torturados en ese sitio. Al no lograr sus objetivos, los gobernantes condenan a muerte a los tres misioneros: Bartolomé es quemado vivo en una hoguera y sus cenizas arrojadas al mar; junto a ellos son sacrificados Antonio Ishida (nacido de Arima, Mie, Japón, en 1589), de la Compañía de Jesús; Jerónimo Jo (japonés) y Gabriel de la Magdalena (nacido en Toledo, España, en 1567), religiosos franciscanos. Bartolomé Gutiérrez es beatificado por el beato Pío IX (1846-1878; 7 de febrero) en 1867. Iconografía: con hábito de la orden agustina, en la hoguera del martirio. El beato Bartolomé escribe en 1622 un relato sobre los Mártires de Japón.