Oración para suplicar la Indulgencia, para los que, por alguna razón, no pueden comulgar ni confesarse.


Oración para suplicar la Indulgencia, para los que, por alguna razón, no pueden comulgar ni confesarse.

Dios Padre bueno y compasivo, en este año jubilar, en el que nos llamas a recibir tu Misericordia, queremos pedirte en nuestra condición, nos concedas tu Indulgencia, pues aunque no podemos recibir la absolución, ni la comunión, no porque no queramos (tú más que nadie sabes cuánto lo anhelamos), sino porque nuestra situación de vida nos lo impide. Tú conoces las diversas dificultades morales, materiales y personales por las que no podemos acercarnos a las sacramentos, situación que no disminuye nuestro enorme deseo de amarte, seguirte y corresponder a tu amor, por lo que queremos ofrecerte nuestra vida, nuestra unión a la Iglesia y al Santo Padre, y nuestras obras de justicia y caridad, tanto cuánto nos sea posible.

Es mucha nuestra hambre y sed de ti, pero también sabemos de nuestras flaquezas: ¿Quién podría alzarse digno ante ti? Sin embargo, acudimos con esperanza a tí que eres compasivo y clemente, como nos lo ha enseñado tu dulce y tierna madre. Aquí están nuestras manos, tal vez no tan limpias y puras, pero dispuestas para amar y sacrificarse por los hermanos.

Aquí están también nuestras lágrimas para unirse a las de tantos que sufren, y cuyo dolor es también nuestro dolor. Los presos, los desaparecidos, los inmigrantes y refugiados, los indigentes, los despreciados, los perseguidos, los de tendencias distintas, los sin techo, los sin escuela y sin trabajo, los sin familia, nos unimos a su preocupación y a su lamento, porque sentimos y hacemos nuestra su condición; y nuestra casa y nuestra familia se abren para ellos, porque también es la de ellos. Cómo negarnos a dar amor al necesitado, cómo no llenar tantas ausencias, tanto sufrimiento, cómo no compartir tu abrazo amoroso de Padre, con estos hermanos.

Somos pecadores, pero no pedimos perdón únicamente por nosotros, también lo hacemos por nuestros hermanos que hacen el mal, por los que no sienten necesidad de pedirlo, por los que no les importa, y por aquellos otros hermanos olvidados en nuestra condición o en situaciones más terribles y lacerantes. Cómo no acordarnos hoy también de aquellos otros olvidados, que esperan ser liberados en algún lugar del purgatorio. Y cómo no sentir, cómo no experimentar tu amor, y tus ansias de amarme particularmente a mí, de perdonarme, de abrazarme, de hacerme tuyo.

Cómo no sentir tú dulzura, tu cercanía, tu enamoramiento de este pobre pecador. Cómo no experimentar tu perdón y tu amor, más con las ganas que tengo de abrazarte y de amarte, que son mucho menos comparadas con las que tú tienes de amarme, abrazarme y perdonarme, que me lleva a la locura de entregarme a ti y ofrecerte todo lo que soy.