Carta Apostólica en forma Motu Proprio del Santo Padre “Aperuit Illis”, con la que se instituye el Domingo de la Palabra de Dios, para “hacer que la Iglesia reviva el gesto del Resucitado que abre también para nosotros el tesoro de su Palabra para que podamos anunciar por todo el mundo esa riqueza inagotable”.
Renato Martinez – Ciudad del Vaticano
“Que el III Domingo del Tiempo Ordinario esté dedicado a la celebración, reflexión y divulgación de la Palabra de Dios. Este Domingo de la Palabra de Dios se colocará en un momento oportuno de ese periodo del año, en el que estamos invitados a fortalecer los lazos con los judíos y a rezar por la unidad de los cristianos”, lo establece el Papa Francisco en su Carta Apostólica en forma Motu Proprio “Aperuit Illis”, con la que instituye el Domingo de la Palabra de Dios, documento que fue publicado este 30 de septiembre, en la memoria litúrgica de San Jerónimo en el inicio del 1600 aniversario de su muerte.
Valor ecuménico de la Sagrada Escritura
El Santo Padre señala que, “no se trata de una mera coincidencia temporal: celebrar el Domingo de la Palabra de Dios”, sino que “expresa un valor ecuménico, porque la Sagrada Escritura indica a los que se ponen en actitud de escucha el camino a seguir para llegar a una auténtica y sólida unidad”. Asimismo, el Pontífice explica que esta Carta Apostólica tiene la intención de “responder a las numerosas peticiones que me han llegado del pueblo de Dios, para que en toda la Iglesia se pueda celebrar con un mismo propósito el Domingo de la Palabra de Dios”.
El carácter performativo de la Palabra
El Papa Francisco recuerda que, “el Concilio Vaticano II dio un gran impulso al redescubrimiento de la Palabra de Dios con la Constitución dogmática Dei Verbum”. Y para aumentar esa enseñanza, Benedicto XVI convocó en el año 2008 una Asamblea del Sínodo de los Obispos sobre el tema “La Palabra de Dios en la vida y misión de la Iglesia”, publicando a continuación la Exhortación Apostólica Verbum Domini, que constituye una enseñanza fundamental para nuestras comunidades. “En este Documento – precisa el Papa – en particular se profundiza el carácter performativo de la Palabra de Dios, especialmente cuando su carácter específicamente sacramental emerge en la acción litúrgica”.
Un día solemne de servicio a la Palabra
Por ello, el Obispo de Roma invita a vivir este Domingo como un día solemne. “Será importante que en la celebración eucarística se entronice el texto sagrado, a fin de hacer evidente a la asamblea el valor normativo que tiene la Palabra de Dios. En este domingo, de manera especial, será útil destacar su proclamación y adaptar la homilía para poner de relieve el servicio que se hace a la Palabra del Señor”. Los Obispos podrán celebrar el rito del Lectorado o confiar un ministerio similar para recordar la importancia de la proclamación de la Palabra de Dios en la liturgia. Es fundamental, subraya el Papa, que no falte ningún esfuerzo para que algunos fieles se preparen con una formación adecuada a ser verdaderos anunciadores de la Palabra, como sucede de manera ya habitual para los acólitos o los ministros extraordinarios de la Comunión y poder resaltar la importancia de seguir en la vida diaria la lectura, la profundización y la oración con la Sagrada Escritura, con una particular consideración a la lectio divina.
La Biblia no es sólo patrimonio de algunos
Asimismo, el Papa Francisco recuerda que, por la gran enseñanza que contiene la Biblia, “no puede ser sólo patrimonio de algunos, y mucho menos una colección de libros para unos pocos privilegiados”. Pertenece, en primer lugar, al pueblo convocado para escucharla y reconocerse en esa Palabra. A menudo se dan tendencias que intentan monopolizar el texto sagrado relegándolo a ciertos círculos o grupos escogidos. No puede ser así. La Biblia es el libro del pueblo del Señor que al escucharlo pasa de la dispersión y la división a la unidad. La Palabra de Dios une a los creyentes y los convierte en un solo pueblo.
Los Pastores responsables de la Sagrada Escritura
En este sentido de búsqueda de la unidad, el Santo Padre señala que, los Pastores son los primeros que tienen la gran responsabilidad de explicar y permitir que todos entiendan la Sagrada Escritura. Puesto que es el libro del pueblo, los que tienen la vocación de ser ministros de la Palabra deben sentir con fuerza la necesidad de hacerla accesible a su comunidad. La homilía, en particular, tiene una función muy peculiar, porque posee «un carácter cuasi sacramental». Ayudar a profundizar en la Palabra de Dios, con un lenguaje sencillo y adecuado para el que escucha, le permite al sacerdote mostrar también la «belleza de las imágenes que el Señor utilizaba para estimular a la práctica del bien».
la Sagrada Escritura, la fe y los sacramentos
Por ello, el Papa Francisco afirma que, es profundo el vínculo entre la Sagrada Escritura y la fe de los creyentes. Porque como dice San Pablo a los Romanos: “la fe proviene de la escucha y la escucha está centrada en la palabra de Cristo”, de esto deriva la urgencia y la importancia que los creyentes tienen que dar a la escucha de la Palabra del Señor tanto en la acción litúrgica como en la oración y la reflexión personal. El contacto frecuente con la Sagrada Escritura y la celebración de la Eucaristía hace posible el reconocimiento entre las personas que se pertenecen. El día dedicado a la Biblia no ha de ser “una vez al año”, sino una vez para todo el año, porque nos urge la necesidad de tener familiaridad e intimidad con la Sagrada Escritura y con el Resucitado, que no cesa de partir la Palabra y el Pan en la comunidad de los creyentes. Para esto necesitamos entablar un constante trato de familiaridad con la Sagrada Escritura, si no el corazón queda frío y los ojos permanecen cerrados, afectados como estamos por innumerables formas de ceguera.
Bienaventurado el que cree en la Palabra
El Papa concluye invitando a que, el domingo dedicado a la Palabra haga crecer en el pueblo de Dios la familiaridad religiosa y asidua con la Sagrada Escritura, como el autor sagrado lo enseñaba ya en tiempos antiguos: esta Palabra «está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca, para que la cumplas». Ya que en el camino de escucha de la Palabra de Dios, nos acompaña la Madre del Señor, reconocida como bienaventurada porque creyó en el cumplimiento de lo que el Señor le había dicho.
Fuente: vaticannews.va