Antes de iniciar mis actividades hago un alto en el camino, me detengo a dialogar contigo, a escuchar tu voz, a consagrar mi día a ti Señor, a ofrecerte cada una de mis actividades. Gracias por permitirme amanecer, por darme la oportunidad de un día más. Señor hoy quiero colocarte en el centro de mi vida, en el centro de mi corazón, pues bien sabes que algunas veces por el activismo, otras por descuido y tristemente otras veces por orgullo, por egoísta, te he ido desplazando, tu espacio se ha ido poco a poco reduciendo. Pero hoy quiero empezar de nuevo, dejar de pensar en mí para volver a poner mis ojos en ti, y hacer todo a través de ti, mi trabajo, mis deberes y obligaciones, que en todo cuanto haga sea para gloria tuya. Dame la gracia de comprender que solo colocandote a ti Señor en el lugar que te corresponde, amándote sobre todas las cosas, todo lo demás se dará por añadidura, pues tú Señor eres la fuente del amor, y amándote a ti entonces seré capaz de amar, servir, perdonar. Señor, estos son mis buenos propósitos, dame la gracia de alcanzarlos. ¡Jesús manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo! Amén. (Pbro. Tavo)