Imagen referencial. Crédito: Pxfuel
Redacción ACI Prensa
Cuando falta menos de un mes para Navidad, y en cada hogar se prepara el belén, es bueno recordar la carta apostólica que el Papa Francisco escribió en 2019 en la que reflexionó sobre el significado y el valor del pesebre para la celebración del nacimiento del Niño Jesús.
En su carta apostólica Admirabile signum, que firmó el 1 de diciembre de 2019, el Santo Padre indicó que el pesebre es un “ejercicio de fantasía creativa, que utiliza los materiales más dispares para crear pequeñas obras maestras llenas de belleza”.
“Se aprende desde niños: cuando papá y mamá, junto a los abuelos, transmiten esta alegre tradición, que contiene en sí una rica espiritualidad popular. Espero que esta práctica nunca se debilite; es más, confío en que, allí donde hubiera caído en desuso, sea descubierta de nuevo y revitalizada”, agregó.
Para acoger la invitación del Papa Francisco, te presentamos 9 datos sobre el significado y valor del pesebre en Navidad.
1. El pesebre es como un “Evangelio vivo”.
El Papa Francisco recordó que la escenificación del nacimiento de Jesús “es como un Evangelio vivo, que surge de las páginas de la Sagrada Escritura” para invitar a los hombres a “ponerse espiritualmente en camino, atraídos por la humildad de Aquel que se ha hecho hombre para encontrar a cada hombre”.
El evangelista Lucas narra que María “dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada. Jesús fue colocado en un pesebre; palabra que procede del latín: praesepium”.
2. El origen del símbolo se remonta al tiempo de San Francisco.
El Pontífice recordó que la historia de los pesebres de Navidad se remonta a días posteriores al 29 de noviembre de 1223, cuando el Papa Honorio III aprobó en Roma la Regla franciscana a San Francisco de Asís.
“Después de su viaje a Tierra Santa, aquellas grutas le recordaban de manera especial el paisaje de Belén. Y es posible que el Poverello quedase impresionado en Roma, por los mosaicos de la Basílica de Santa María la Mayor que representan el nacimiento de Jesús, justo al lado del lugar donde se conservaban, según una antigua tradición, las tablas del pesebre”, escribió el Papa.
Quince días antes de la Navidad de aquel año, en Greccio (Italia), el santo le expresó a un hombre de nombre Juan que deseaba “celebrar la memoria del Niño que nació en Belén” para “contemplar de alguna manera con mis ojos lo que sufrió en su invalidez de niño, cómo fue reclinado en el pesebre y cómo fue colocado sobre heno entre el buey y el asno”.
El hombre cumplió el deseo y el 25 de diciembre, junto a frailes y otras personas, San Francisco encontró el pesebre con el heno, el buey y el asno.
Las personas “mostraron frente a la escena de la Navidad una alegría indescriptible, como nunca antes habían experimentado”. “Después el sacerdote, ante el Nacimiento, celebró solemnemente la Eucaristía, mostrando el vínculo entre la encarnación del Hijo de Dios y la Eucaristía. En aquella ocasión no había figuras: el belén fue realizado y vivido por todos los presentes”.
3. El pesebre manifiesta la ternura de Dios.
El Santo Padre señaló que el pesebre no solo “nos ayuda a revivir la historia que ocurrió en Belén”, sino que “manifiesta la ternura de Dios” que, siendo Creador del universo, “se abaja a nuestra pequeñez”.
También señaló que el belén “es desde su origen franciscano una invitación a ‘sentir’, a ‘tocar’ la pobreza que el Hijo de Dios eligió para sí mismo en su encarnación” y “una llamada a encontrarlo y servirlo con misericordia en los hermanos y hermanas más necesitados”.
4. En el pesebre toda la creación participa en la fiesta de la venida de Jesús.
En Admirabile signum, el Papa Francisco repasó los elementos que componen el nacimiento que se arma en los hogares, como el cielo estrellado, los paisajes, los animales y los pastores, que recuerdan lo que habían anunciado los profetas: “Que toda la creación participa en la fiesta de la venida del Mesías”.
También indicó que “los ángeles y la estrella son la señal de que también nosotros estamos llamados a ponernos en camino para llegar a la gruta y adorar al Señor”; mientras que “los pastores se convierten en los primeros testigos de lo esencial, es decir, de la salvación que se les ofrece”.
5. La figura de María y el misterio de su llamado.
Sobre la figura de Nuestra Señora, el Pontífice señaló que “María es una madre que contempla a su hijo y lo muestra a cuantos vienen a visitarlo. Su imagen hace pensar en el gran misterio que ha envuelto a esta joven cuando Dios ha llamado a la puerta de su corazón inmaculado”.
“Vemos en ella a la Madre de Dios que no tiene a su Hijo solo para sí misma, sino que pide a todos que obedezcan a su palabra y la pongan en práctica”, agregó.
6. La figura de San José como custodio de la familia.
El Pontífice afirmó que “junto a María, en una actitud de protección del Niño y de su madre, está San José”, representado con el bastón en la mano y, a veces, sosteniendo una lámpara.
Asimismo, recordó que este santo “es el custodio que nunca se cansa de proteger a su familia” y que no duda en ponerse en camino ante la amenaza de Herodes. Fue el primer educador de Jesús niño y adolescente; “y como hombre justo confió siempre en la voluntad de Dios y la puso en práctica”.
7. “El corazón del pesebre comienza a palpitar cuando se coloca al Niño Jesús”.
En su carta, el Papa Francisco afirma que el “corazón del pesebre comienza a palpitar cuando, en Navidad, colocamos la imagen del Niño Jesús”, porque “Dios se presenta así, en un niño, para ser recibido en nuestros brazos”.
“En la debilidad y en la fragilidad esconde su poder que todo lo crea y transforma. Parece imposible, pero es así: en Jesús, Dios ha sido un niño y en esta condición ha querido revelar la grandeza de su amor, que se manifiesta en la sonrisa y en el tender sus manos hacia todos”, agregó.
8. Los Reyes Magos nos recuerdan nuestra misión evangelizadora.
El Papa recordó que en la fiesta de la Epifanía está la costumbre de colocar las tres figuras de los Reyes Magos, que llegan de Oriente para contemplar al Niño y ofrecerle los dones de oro, incienso y mirra.
Esta escena llama “a reflexionar sobre la responsabilidad que cada cristiano tiene de ser evangelizador”, señaló.
Además, resaltó que los Magos, hombres sedientos de lo infinito, “enseñan que se puede comenzar desde muy lejos para llegar a Cristo”.
“No se dejan escandalizar por la pobreza del ambiente; no dudan en ponerse de rodillas y adorarlo. Ante Él comprenden que Dios, igual que regula con soberana sabiduría el curso de las estrellas, guía el curso de la historia, abajando a los poderosos y exaltando a los humildes. Y ciertamente, llegados a su país, habrán contado este encuentro sorprendente con el Mesías, inaugurando el viaje del Evangelio entre las gentes”, agregó.
9. El pesebre “habla del amor de Dios”.
El Papa Francisco invitó a recordar cuando se era niño y se esperaba con impaciencia el tiempo para empezar a construir el belén.
“Estos recuerdos nos llevan a tomar nuevamente conciencia del gran don que se nos ha dado al transmitirnos la fe; y al mismo tiempo nos hacen sentir el deber y la alegría de transmitir a los hijos y a los nietos la misma experiencia”, remarcó.
El Santo Padre dijo que “no es importante cómo se prepara el pesebre”, ya que “puede ser siempre igual o modificarse cada año”, porque “lo que cuenta es que este hable a nuestra vida”.
“En cualquier lugar y de cualquier manera, el belén habla del amor de Dios, el Dios que se ha hecho niño para decirnos lo cerca que está de todo ser humano, cualquiera que sea su condición”, concluyó.
La carta completa puede leerse AQUÍ.
Fuente: aciprensa.com